Me da rabia Uganda. Me da rabia Chile.

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Quedan doce horas para seguir bloqueando, a través de firmas, el proyecto de ley anti homosexual en Uganda.

La ley propone pena de muerte a los homosexuales, a los que tienen relaciones sexuales con personas con discapacidad, o con menores de 18 años, y a personas con VIH positivo.

Estamos en el año 2011, y aún se relaciona la homosexualidad con la perversión. Incluso hace unos días, la iglesia católica acá en Chile, dijo que para evitar abusos sexuales dentro de su comunidad, se llamaba a sacerdotes y monjas a no ser homosexuales. Es decir, la iglesia católica está clasificando a la homosexualidad como el origen de los trastornos sexuales de los sicópatas de sus sacerdotes.

Para qué hablar de la ignorancia que existe en estos países acerca del contagio del VIH. Creo que una persona portadora del VIH positivo preferiría morir de sida, que morir ahorcado y humillado a manos de estas monstruosidades personas.


Por otra parte, así como nosotros, los países en vías de desarrollo, nos aterramos con las prácticas socioculturales de países como Uganda, tenemos que pensar que Estados Unidos y otros países de Europa Occidental, tampoco logran concebir cómo existen paises como el nuestro, en los cuales no existen derechos legales y aun abunda la discriminación hacia los homosexuales. Entonces, esto me hace pensar que,- obviamente a menor escala-, somos para los países como EE.UU, lo que Uganda es para nosotros. Aún no podemos avanzar en políticas de derechos humanos, que otros países naturalizaron ya hace más de treinta años. Nos quedamos atascados en este conservadurismo que hoy nos hace preferir el lucro antes que la conservación de nuestros recursos naturales. Estamos en un país que se jacta de ser el mejor de latinoamerica por el hecho de seguir los patrones neoliberalistas de los gringos. Y si nos creemos tan bacanes, ¿por qué no les copiamos mejor su desarrollo en matería de políticas de diversidad sexual y derechos humanos?.

No me queda más que decir que somos una Uganda sin pena de muerte. Sin muerte, pero sí con pena.




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